Enseñar un segundo idioma no lleva implícito necesariamente
que el alumno este aprendiendo esos contenidos automáticamente por estar en una
clase. Lo más probable es que el alumno retenga una parte de esos contenidos, pero
algunas veces lo que realmente aprende es muy poco.
¿Por qué
ocurre esto?
El proceso de aprender requiere energía, atención y motivación,
por parte del alumno, el profesor no puede sustituir al alumno en el
aprendizaje, cada uno debe aprender por sí mismo a través del esfuerzo
personal. Nadie puede trasmitir conocimientos a un cerebro si esa persona no está
preparada y abierta para recibirlos.
En ocasiones el profesor puede estar realizando un enorme
esfuerzo en clase y los alumnos apenas aprenden y en otros casos, parece que el
profesor con poco esfuerzo consigue un óptimo resultado.
Asociamos el hecho de estar presencialmente en clase con
aprender y eso no es así: la mera presencia no asegura el aprendizaje.
El profesor debe explicar claramente a sus alumnos que él va a
llevar la batuta, pero si ellos no se aplican y tocan los instrumentos la
orquesta no puede sonar, por muy bueno que sea el director.
Por eso es muy importante antes de comenzar a enseñar que el
profesor motive a los alumnos y cree un ambiente positivo de aprendizaje, donde
los alumnos tengan estímulos y pongan los medios necesarios y la actitud para
aprender y a partir de ese momento el alumno cada vez tomara una parte más
activa en el proceso de aprender y el profesor ira paulatinamente pasando al papel
de asesor lingüístico.
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