“La facultad de recuperar
voluntariamente, una y otra vez, la atención errante, se halla en la raíz misma
del juicio, carácter y voluntad”. (William James).
La mente tiende a descansar, de vez
en cuando, de una actividad concentrada. Las preocupaciones emocionales son la
modalidad más poderosa de distracción. La verdadera concentración requiere un
esfuerzo interno de voluntad y de olvidar cualquier otro pensamiento y exige un
esfuerzo de concentración para prestar atención a la tarea requerida en ese
momento.
Cuando prestamos una atención plena a
nuestros sentidos, nuestro cerebro aquieta su distracción, por defecto. Esta es
una de las razones por las que a determinadas personas les gustan los deportes
peligrosos, como el alpinismo, porque son situaciones en las que uno tiene que
estar totalmente concentrado y esa concentración aporta una sensación de paz y
alegría.
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